UNA FE A PRUEBA DE TORMENTAS

Durante esta semana ha comenzado una nueva temporada de huracanes. Con este hecho, las personas que residimos en esta región, nos debemos preparar con lo mejor. Entre los aspectos a considerarse, para estos preparativos, está la revisión minuciosa de nuestros lugares de refugio. Precisamente, de esto, que parece ser un ejercicio rutinario, se puede aprender muchísimo y en especial con relación a la fe.

En primer lugar, en esta temporada hay que considerar los cimientos. Si el lugar que se supone sea nuestro refugio no provee seguridad; si está en una zona inundable, en una zona de derrumbe; hay que considerar seriamente este aspecto. En una situación como esta, a corto plazo, en caso de una tormenta o huracán, hay que buscar un refugio seguro y a largo plazo hay que considerar la reubicación. Esto mismo ocurre en nuestra fe. La fe debe estar cimentada en lo que es firme, íntegro y seguro. En este sentido, los que afirmamos ser cristianos, no dependemos de “x” o “y” persona, pastor, sacerdote o evangelista, sino todo lo contrario. Nuestra fe, tiene espacio para estas y toda persona, como iguales en una comunidad de amor, como lo debe ser la Iglesia, siempre y cuando estas estén en la sintonía de aquello que hemos entendido que aunque cielo y tierra pasen no pasará, o sea de La Palabra de Dios.  Este es nuestro verdadero cimiento.

En segundo lugar y vinculado al anterior, en un ejercicio como este, es indispensable ver los puntos vulnerables. Todo lugar de refugio tiene áreas que necesitan reforzarse. Es ahí donde se colocan los paneles para proteger ventanas, los tensores para los techos y las tablas para las puertas. Así también ocurre con el cimiento, que para una persona de Fe cristiana debe estar en la Biblia. Cuando escuchamos La Palabra de Dios, lo hacemos principal y prioritariamente de la Biblia y a través de personas en y desde su condición humana. Esto se hace, casi siempre, en las congregaciones, misas, cultos, grupos de oración, retiros, entre otras. En estos espacios, al escuchar La Palabra de Dios, nuestra Fe debe aumentar. No obstante, al escuchar la Biblia debemos tener el cuidado de “escudriñar” la misma, o sea de estudiarla con mucha responsabilidad. Hay que tener en cuenta que la Biblia fue escrita en un contexto geográfico distante; en tiempo, espacio y costumbres; al nuestro. Los principios de vida abundante, de trascendencia, de justicia y amor permanecen inalterables, pero deben considerarse elementos como el patriarcado machista, la esclavitud, las fuerzas que operan detrás de cada traducción y las interpretaciones, que si se toman de manera irresponsable “literalmente” podrían conducirnos muy lejos de la Fe Sana y Santa, que es necesaria para hacerle frente a las tempestades de la vida.

Por eso, como último punto en este escrito y siguiendo la analogía de la preparación para los huracanes, es importante buscar ayuda de personas con frutos probados, que conozca y tenga experiencia. Hay agencias y personas especializadas en la preparación y manejo de emergencias. Estas personas y entidades tienen el peritaje y pueden dar un consejo atinado, sobre si lo que estamos haciendo para afirmar nuestro lugar de refugio es lo mejor. Eso mismo ocurre en nuestra vida de Fe. Es altamente recomendable afirmar y reforzar la fe en comunidad. Hay comunidades de fe sana. Comunidades donde se comparte, se dialoga y se vive como debe ser. Son comunidades, que más que ancladas en la superficialidad escapista momentánea, afrontan las tempestades como cuerpo. Son comunidades de personas con frutos evidentes, con el peritaje de la sabiduría y con la honesta humildad de reconocer siempre que se puede mejorar y aprender más. Estos espacios existen y se encuentran más cerca de lo que pensamos. Es ahí, donde se filtra sanamente toda vulnerabilidad de nuestra condición. Es ahí, donde se afirma plenamente la vida de fe que nos trasciende, pero que se ancla en esta tierra.

En un contexto como el nuestro, en donde adicional a los huracanes también hay que prepararse para otros vientos contrarios, es indispensable afirmar la fe. Pues es la “fe la certeza de lo que se espera” (hay posibilidad de algo mejor), y la “convicción de lo que no se ve”, así que podemos mirar más allá de lo que las circunstancias nos muestran (Heb. 11.1).

Debemos hacer un esfuerzo intencional para abrir espacios ideales en donde se pueda afirmar la fe. Es por eso que te felicito, si has leído este escrito es porque ya eres parte de este esfuerzo y más allá de cualquier tormenta a nuestro alrededor, en estos espacios, se afirmará la vida abundante a la que Dios nos ha llamado…

En el amor de Cristo,

Rev. Alexander Fontánez Rivera

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